martes, 28 de septiembre de 2010

El Tango de la Muerte. -1º parte-


En la historia de nuestra música ciudadana existen innumerables ejemplos de tangos homónimos, aquellos con igual título pero diferentes en su música. “El tango de la muerte” es uno de ellos. Con esta macabra denominación se realizaron dos tangos, una película y un sainete. Resulta evidente que el primero de esos tangos -que no tenía letra-, era desconocido hasta hace muy poco por los exegetas del género, me estoy refiriendo a la composición de Horacio Mackintosh, un músico del que sólo tenemos algunas partituras pero del cual no sabemos nada. Y esto lo infiero por la confusión en que cayeron algunos escritores que lo mencionan. El segundo tiene música y letra de Alberto Novión y lo grabó Carlos Gardel (disco Odeon, 18059, matriz 991/1). También lo hizo Roberto Firpo en forma instrumental (disco Odeon, 6112, matriz 956). Ambos, en 1922.

Lo cierto es que en 1917, José Agustín Ferreyra, ese reconocido pionero de nuestro cine nacional, escribe y dirige un film con el título que nos ocupa (estrenado el 9 de abril), posiblemente inspirado en la obra de Mackintosh. Esta llegó al disco por única vez en 1917, interpretado por la Orquesta Típica Severino, de José Arturo Severino (disco Victor, 69722-B).

También pudo haber ocurrido al revés, y fue el músico quien se inspiró en el cineasta. Nuestro amigo e investigador Enrique Binda nos brindó los datos del registro de la partitura: Nº 16.569 del 5 de julio de 1917.

La confusión que constatamos aparece en un artículo firmado por Ricardo Ostuni, “José Agustín Ferreyra: los tangos de un pionero del cine argentino”, en la revista Tango Reporter (Nº 121, junio 2006), de Los Angeles, Estados Unidos, dirigida por nuestro amigo Carlos Groppa.

Allí escribe textualmente: «Ferreyra no fue un letrista profesional; ocasionalmente escribió letras para distintos tangos incluidos como lei motiv en sus películas. Sólo nos han llegado cinco de esas letras, aunque debió haber escrito varias más a lo largo de sus años. Cada una de las que conocemos corresponde a un film y tiene su pequeña historia. Sin embargo –y de modo paradójico- en su film inaugural, “El tango de la muerte”, no recurrió a la letra cantada del tango de Horacio Mackintosh con letra de Alberto Novión, sino al verso de indudable prosapia orillera, para que cada personaje definiera su estirpe».

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